martes, 9 de noviembre de 2010

Carnaval Veneciano


Somos un tango de uno. Somos únicos… otros lo llaman raros.

Somos los pies que se tropiezan, estamos hechos para ir juntos, pero a pesar de ello, tropezamos, dos , tres, ocho veces. Somos raros. Somos únicos.

Somos las primeras manos en buscar una luna de humo que nos prometemos con miradas, que deseamos, somos los primeros en chocar, los primeros en reír…

Somos pasado, presente y futuro, somos un chicle pegado en una barra, un disco de música danesa, una cena cutre en un Mac  Donal’s, una bolsa de gominolas caducadas y una tarde tirados en un banco de cualquier plaza. Somos todo, somos raros.

Somos niños de unicornios azules, somos indignantes a los ojos de la razón, y somos orgullosos. También miedosos, y por supuesto ciegos, y cabe por qué no, que somos raros.

Somos raros, únicos, todo, ciegos… es cierto. Si ese es mi fallo apelaré en mi defensa ganas de vivir como colilla que quema los segundos de mi rostro, que los convierte en tiempo, y los tira por la ventana para ver si tienen alas, pero lo más que ve, es como se estrellan contra el suelo. “ Soy un loco, por favor, tenga en cuenta mi situación” gritaré al juez sabiendo que los artistas siempre mienten para decir la verdad.

Somos un carnaval veneciano, máscaras detrás de miradas, cambios de parejas, pero es que seguimos mirando la misma máscara… ¿será que somos raros?

Miguel Bayod

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