Italia. Un bus con mis amigos. No puedo
ser más afortunada.
En estos momentos te das cuenta de que lo
tienes todo en la vida,
de lo maravillosa que es la gente con la
que te rodeas,
de cómo te curan las heridas del alma con
su risa.
Personas que consiguen encender esa luz
que llevaba mucho tiempo apagada,
que te cogen de la mano para sacarte a
bailar fuera de tu zona de confort,
pero lo hacen con una dulzura
indescriptible.
Las canciones, que te inundan por dentro
cuando las escuchas,
las locuras de las que nos llevamos los
mejores recuerdos,
las carreras para no llegar tarde,
y los gelatos de cinco euros,
superan a toda la tristeza que en algún
momento te ha inundado los días.
Y al final,
no es Roma y sus ruinas
ni Florencia y su arte
o Venecia y sus canales
lo que hace el viajar auténtico,
si no ellos,
mis amigos,
los que están a mi lado,
en cada rincón del mundo.
Celia
Celia
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