sábado, 5 de octubre de 2019

DE SILENCIO


Y es que, al borde de ese acantilado,
Donde se acumulan todos mis pensamientos,
Se desprenden estos,
De un alma fría,
Muerta,
Que nada hizo por detenerlos.
Fríos sus veranos,
Y negros los cielos,
Pronunciados con palabras,
Palabras de odio, de asco,

Y ahora su luz incesante,
Brillante, impecable,
Fugaz pero suficiente,
De cálidos colores,
Vida en lo que muerto se hallaba,
Luz.
La meta de un alma y un cuerpo,
Que no se encontraban.
Y es que son las lluvias de desierto,
¡Que imperiosos,
Frondosos bosques realzan!
Flor de vida,
De silencio,
De paz.
De su voz que gritaba en silencio,
Lo que su mente jamás escuchaba.

María Hermida

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