Juraría haber oído gritos
y entre ellos nuestros
nombres.
Detenerse no es fácil
cuando sabes que pronto
llegará el diluvio
y ya se me ha olvidado
como disfrutar de la
efímera calma.
Aún así abro los ojos, me
desprendo
de los ruidos ajenos a
mis pesadillas
y me encuentro de nuevo
en el huracán,
exactamente,
en el centro.
No era un simulacro,
ni un sueño.
Aquí dentro siempre
llueve.
Laura Mayordomo
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