Sufridor y valiente eras,
ansias de dominación,
aires de un mundo distinto,
y todo cambió.
Siempre lo hiciste,
¿hubo razón?
Manos llenas de inferioridad
con armas que buscan un fin
y logran un golpe asestar
entre rojos llantos humildes
que sólo quieren amar.
Brunas manchas en tus pies
azotan tu futuro perdido,
cubren tu dignidad, conciencia y ser,
y acaban como un delito.
Siempre lo hiciste,
¿hubo razón?
No merecías su rostro,
sus esperas de dama,
ni su miedo interior.
Aguantó tus impactos,
amó tus desdichas,
su igualdad clamaba piedad,
tu inferioridad prestaba heridas.
Quizá no lo hiciste.
pues te queda razón,
no comiences un suicidio
que pueda matar a dos.
No sigas ordenando suspiros
que acaben con un corazón.
Nacho Martínez
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