domingo, 4 de diciembre de 2011

¿Podemos hablar un momento?

-Daniela, ¿podemos hablar un momento? – me pregunto él.
En ese momento yo le miré y nuestras miradas se cruzaron durante unos segundos que a mí me parecieron eternos.
-Sí – le dije con voz calmada, aunque en esos momentos sentía de todo menos calma.
Entonces me acerqué hacia donde él estaba, con el fin de poder hablar sin que el resto escuchara nuestra conversación.
-¿Qué te pasa últimamente conmigo? – me dijo.
-¿A mí? Nada ¿por qué? – le respondí.
-Es que te noto muy distante...
-¿Distante? – le pregunté sin entender
-Sí, es que ya no me hablas por el tuenti y cuando me acerco a ti, tú te alejas y…
-No es que me pase nada contigo – le respondí sin dejarle acabar la frase – simplemente es que si estoy cerca de ti después separarme se me hace más difícil… y estoy intentando olvidarte pero me cuesta.
-¿Olvidarme? ¿Pero te sigo gustando? – su cara reflejaba la sorpresa ante aquella revelación inesperada.
Sus preguntas me hicieron volver al mundo real del que me había apartado después de perderme en su mirada. Y entonces me di cuenta de que había hablado demasiado…
-Olvida lo que te acabo de decir- respondí intentando salvar la situación.
Él seguía enfrente de mí, a tan solo diez centímetros de distancia de mi cara, mirándome con sus ojos que reflejaban curiosidad y cariño al mismo tiempo. De repente, se inclinó hacia delante intentando besarme y yo estupefacta ante aquel acto impulsivo por su parte, reaccioné. No se por qué reaccioné como lo hice, quizá es que ya había sufrido demasiado y me negaba a que me hicieran más daño. Cuando su cara se acercó tanto a la mía que hasta podía sentirle respirar, le dije ¡no! Y di un paso atrás, de tal manera que mi espalda quedó apoyada contra la pared sin posibilidad alguna de escapar en caso de que volviera a intentar besarme. Él, que esperaba otra respuesta por mi parte se quedó clavado al suelo sin poder moverse ni articular palabra. Cuando por fin se le paso la conmoción del momento se acercó de nuevo a mí y me pregunto:
-¿Por qué te apartas? ¿No decías que te gustaba?
En esos momentos mi corazón latía con más intensidad que nunca, las rodillas se me doblaban solas, las manos me sudaban, tenía la garganta seca y las sienes me palpitaban por la intensidad del momento. Ya no pensaba lo que decía, simplemente dejaba que las palabras fluyeran por mis labios sin control.
-Claro que me sigues gustando – le contesté sin ser consciente de mis palabras.
Se acerco más a mí y fue hacia mi cuello. Me aparto el pelo de la oreja y me susurró al oído las palabras más bonitas que jamás me han dicho…Se volvió a poner a pocos centímetros de mi rostro y me dijo:
-Si te beso ahora, ¿te vas a apartar?
A mi no me salían las palabras así que mi contestación fue negar con la cabeza. Entonces me apartó el pelo y cogió mi cara con una mano y con la otra mi cintura. Yo le cogí su cuello con las mías y en el momento en que sus labios rozaron los míos todos mis miedos se disiparon, las manos no me temblaban, las rodillas estaban en su sitio, la cabeza ya no me palpitaba…Solo hubo dos cosas que siguieron como antes: mi corazón que latía con una fuerza arrolladora y mi mente, que después del primer contacto de nuestro labios ya no existía, no funcionaba, no daba instrucciones, solo decía una cosa: “déjate llevar”.

Lidia 

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