Sé que aún quedan esperanzas. Que aún podemos hacer realidad nuestros
sueños. Sé que aún existen personas que luchan y lo intentan. Al igual, que
también sé que aún hay corazones nobles y bondadosos. Sé que más allá de las
mentiras aún podemos encontrar verdades furtivas y luchadoras. También, sé que
el dolor es pasajero, al igual que la felicidad. Sé, además de eso, que lo
común en este mundo es portar una más cara de falsa personalidad, pero que no
importa, porque hay quienes ya no distinguen su verdadero yo, porque ya están
acostumbrados a su falsa imagen. Sé que aquí no se consiguen las cosas así
porque sí, ya que el que algo quiere algo le cuesta. Sé que hay personas que lo
dan todo por otras y que otras pierden todo por sí mismas. Sé que la inocencia
de los niños aún mueve corazones marchitos, y que los errores se enmiendan o se
curan. Sé que todas las heridas curan y que tras tiempo dejan de doler y
cicatrizan. También sé que habrá personas que te enamoren por su físico, pero
aun más importante, por sus palabras. Sé que las palabras pueden ser usadas en
contra de alguien como un puñal asesino o como una caricia suave y cálida. Sé
que por mucha tormenta que estalle, por muchas tempestades con las que te
topes, la marea no podrá con aquellos que aún luchen hasta el último segundo de
la batalla. Que las lágrimas de alegría sirven para limpiar la cara de residuos
de lágrimas de tristeza. Que un beso o un abrazo en el momento oportuno, tiene
más efectos curativos que una aspirina. Que el sexo sin amor es una pura
rutina, no un placer. Que una herida, expuesta al aire, con valor y soltura, se
desinfecta antes que tapándola y ocultándola. Que las personas que un día
dejamos ir, algún día regresan a nuestra memoria. También, sé que el cerebro
está preparado para olvidar los momentos malos y desagradables, por lo que
nunca nos pasará nada que no estemos preparados para afrontar. Sé que la suerte
es escasa, y que no suele hacer visitas muy a menudo. Sé que la gente, algún
día quizás, deje de soñar, pero ese día tendrá que dejar de existir la poesía y
la lectura, esa que nos hace volar. Sé que la libertad no es una elección de
responsabilidades, sino una condición. Sé que a todos nos llega la hora y que
tarde o temprano los demás nos abandonan. Sé que algunas estrellas aún brillan,
aún cuando ya están muertas, lo mismo pasa con ciertas personas. Sé que alcohol
no alivia el desamor ni tampoco el dolor. Sé que no puedes sustituir a una
persona, ya que siempre quedan rastros de ella en la memoria. Desgraciadamente,
también sé que no hay dolor y miedo más degradante y asesino que la sensación
de soledad. Sé que existen personas tan derruidas por dentro que cada día se
preguntan porque aún siguen levantándose. Sé que la sangre no es sinónimo de
muerte, al igual que la muerte no es sinónimo de cobardía. Sé que los suicidios
son comunes, pero las recuperaciones son milagros. Sé que el fuego quema, pero
a veces, te sientes tan hipnotizado por el juego de las llamas que decides
arriesgarte y jugar con él. Sé que la amistad, al igual que el amor, no es
eterna, que todo tiene su inicio y su final; que nada vuelve, todo se acaba, se
va con el paso del tiempo. Sé, además, que las historias inconclusas nunca
tiene un final feliz. Sé que utilizamos nuestra cara de niño o niña buena, pero
que por dentro convivimos con el demonio que llevamos dentro. Sé que la vida es
un regalo y una oportunidad. Sé que merece la pena. Sé que aún quedan
esperanzas. Y sobre todo sé, que ahora mismo tú estarás leyendo esto y quizá
estarás preguntándote si tengo razón; pero, ambos sabemos, muy en el fondo, que
yo: no sé nada…
Patricia F.
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