domingo, 26 de junio de 2016

NO VOY A CAMBIAR

Lo siento, pero no soy perfecta. Lo siento, pero tampoco intento serlo. No puedo ser la heroína del mundo, al igual que tampoco pretendo ser la villana de la historia. Lo siento si en ocasiones he roto esperanzas, sueños y promesas, pero en este deplorable y extenso mundo existen las equivocaciones al igual que las victorias y éxitos. Lo siento si en ocasiones muestro mi lado oscuro y maligno, mi yo más oscuro y miserable, si en ocasiones me vuelvo loca, histeria, extasiada de ira, cólera y olvido, pero todos nos arrepentimos ¿no? Lamento no poder ser la imagen y el canon perfecto que el mundo espera, tampoco lo intento ser, la verdad. Y tampoco quiero serlo.
Es normal que nos hallemos cansados de mostrar nuestra cara falsa de la moneda, que nos ocultemos tras una máscara de verdadera frialdad y maldad. Porque por cada fallo o mínimo defecto se dedican a martirizarnos. Nos hicieron creer que la belleza de las persones yace en la perfección y exactitud, en la idiotizada idea de comportarnos como títeres perfectamente coordinados y sumisos. Nos ordenaron ser una imagen distorsionada de lo que en realidad habita en nuestro interior, de lo que un día quisimos ser, pero que jamás podremos mostrar. Disfrazamos deseos e ilusiones, para mostrar planes malignos, vengativos y huidizos. Nos mintieron, y con su tenue pero insistente susurro nos condujeron al camino del todo, en el cual todos vamos, sin anhelos ni esperanzas. Nos condujeron por el camino de la normalidad, o más bien, opresión y libertad engañosa.  Quisieron hacer de nosotros piezas de un molesto rompecabezas, y nosotros… Ni nos dimos cuenta…
Lo siento, pero yo no quiero formar parte de esto. Lo siento, pero yo aún disfruto de la libertad de opinar, soñar, reír y enamorarme, no de la perfección, sino de los intentos. De poder ser yo, en un mundo que se empeña día a día por convertirte en otra persona. De escoger mi propio camino, y de no ser la canica con la que alguien juega. De ser la risa que se eleve en el aire guiando a los perdidos, revolucionarios y diferentes.
No quiero ser como ellos, en lo que nos pretenden convertir, todos iguales, hechos con las mismas medidas e instrucciones, falsos intentos de éxito perfeccionista. Falsas máquinas con mecanismos confusos e incoherentes. Falsos dioses que se creen especies superiores, tan solo por razonar y pensar, o en su caso, obedecer a un sistema opresivo.
Lo siento, pero si esa es vuestra definición y visión de lo que es perfecto o perfecta, entonces, lamento informaros de que no lo soy, de que no lo entiendo, y de que, sinceramente, tampoco lo pretendo.

Yo soy así, y lamento decepcionaros: No voy a cambiar.

Patricia F.

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