domingo, 26 de junio de 2016

Digamos que...

Digamos que
Ya no hay excusa  para fallar.
Que implantan comodidades
Quienes te invitan a fracasar.
Que fingen desinterés
Quienes miran hacia el frente
Y a sus espaldas se encuentra
Lo esquivado por su mente.
Digamos que
Nos imitamos.
Que inconscientemente nos limitamos
Y dejamos tolerar todo
Menos el cuerpo
En el que deberíamos vernos reflejados
Y no obligados a satisfacer las exigencias
Necesarias para ser aceptados.
Digamos también que
Nos callamos
Y no por callados
Sino por carentes de sesos;
Por suspicaces del silencio
Y encubridores de los demonios
Que ocultamos dentro
Con un razonamiento fariseo.
Y mientras vemos cómo el sexo
Cada vez abunda menos
Demostramos que hablando más de algo
Hacemos que su práctica
Vaya quedando más y más lejos.
Porque es opcional el amor
Para practicar sexo
Pero es necesario el placer
Para terminar
Con los grados bajo cero.
Para disolver
Lo no autorizado.
Para eliminar
Lo que nos trae sin cuidado.
Pues no es más púdico
Quien se muestra recomendado
Para todos los públicos,
Ni es más puro
Quien considera tóxico
A aquel que no esté libre de narcóticos.
Cuando tanto tú como yo
Sabemos que
No hay nada más intoxicado
Que un cuerpo harto de ayuno
Y de autoestima necesitado.
Que no hay mayor demonio
Que aquella identidad
Más ocultada,
Más acostumbrada a ser dominada
Y deseosa de por fin
Ser excarcelada.
Pero, también,
Tanto tú como yo sabemos
Que somos nosotros
Quienes, condenados,
Gritamos en silencio
Y callamos a voces
Lo que pactamos mantener ignorado.
Porque no todos los fantasmas
Son inmateriales
Ni todas las compañías
Son seres mortales.
Porque no solo las drogas
Te dejan cegado
Ni solo los medicamentos
Tienen efectos secundarios.
Pero venga, sigamos.
Sigamos sin vivir en lo inesperado,
Sin exorcizar nuestro cuerpo
Y sin captar la ironía de esto.
Sigamos dando las gracias a la sociedad,
Sin esquivar la suciedad
Y sin pedir perdón
Por pertenecer a ella.
Por considerar que la inocencia
Es perderse en la decencia.
Mas cuenta la leyenda
Que dejaremos de ser adictos al tic-tac,
A las utopías.
Que seremos el demonio del edén,
El camino angelical
Que abre paso al purgatorio.
Que dejaremos de ser vírgenes
Cuando eyaculemos otros principios
Porque a nuestros esquemas
Han hecho polvo.
Y,  volviendo al inicio,
Digamos que
Vendemos un cuerpo
Que nadie quiere comprar,
Sino explotar.
Y liquidamos un alma
Cuando comprobamos
Que ya no la vamos a necesitar.
Mas cuenta la leyenda
Que si algo vamos a desaprobar
Serán las clasificaciones
Y dedicaremos las altas calificaciones
A quien sea invocado por el tiempo
De tanto improvisar
Y a quien sea despreciado por el odio
Tras comprobar
Que no por tocar techo
Alcanzas la felicidad.

Aurora


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