martes, 8 de diciembre de 2015

Llega, me ilusiona y se va. Llega, me ilusiona y se va.
Llega, me ilusiona y se va. Y así llevo un año y medio. Con pequeñas dosis de felicidad que me da y me quita. Todo a su antojo. Sin pensar en mí, sin importarle lo que siento. Qué egoísta ¿verdad?
Llega, me ilusiona y se va. Y así llevo un año y medio. Siendo el juguete de una persona que me quiere a ratos. Siendo una más para su colección. Porque, joder, ella es guapa de cojones. Y lo sabe. Y yo sé que cualquiera se quedaría enganchado de sus rasgos, de su cuerpo... Eclipsa al sol y eso no lo hace cualquiera, Es guapa y lo sabe. Pero si la conocieseis entenderíais que es hermosa. Y que es difícil, que tan pronto es invierno como es verano. Y que es adictiva. Que engancha más que cualquier vicio. Si la conocieseis entenderíais que su físico es lo menos importante.
Llega, me ilusiona y se va. Y así llevo un año y medio. Haciendo de colchoneta para que no se hunda y, al mismo tiempo, hundiéndome yo. Que tonta ¿verdad?
Llega, me ilusiona y se va. Y así llevo un año y medio. Queriéndola con todo mi ser. Porque le prometí que la querría siempre, hasta el último día. El último día de qué o de quién. No sé. Solo sé que desde que la conozco no la he dejado de querer en ningún momento. Y mira que hemos tenido días malos y enfados. Pero sin ellos no seríamos lo que somos ahora. Nada. Y he seguido ¿por qué? No lo sé. Supongo que porque a las veces en las que me ha hecho sentir única les doy mucha más importancia.
Llega, me ilusiona y se va. Y así llevo un año y medio. Sobreviviendo gracias a recuerdos. Sonriendo gracias a simples te quieros porque las personas necesitamos oírlos. Necesitamos que nos lo demuestren por miedo a que llegue el día en el que ya no lo sientas.
Llega, me ilusiona y se va. Y así llevo un año y medio. Poniéndola de diosa para arriba. Es más, creo que los dioses se enfadan con ella cuando sale. Y los semáforos siempre se ponen en rojo cuando ella llega para poder admirarla.
Llega, me ilusiona y se va. Y así llevo un año y medio. Olvidaros de todo, no eclipsa al sol, no es una diosa, no es tan especial. Es del montón. Un mortal más.
Llega, me ilusiona y se va. Y así llevo un año y medio. Convenciéndome de que es perfecta cuando no lo es. ¿Qué es la perfección? No lo sé. Pero estoy segura de que ella, no. Ella es imperfecta. No tiene el pelo larguísimo, no tiene ese hueco entre las piernas, no tiene unos pechos de escándalo ni unas caderas diminutas. Ella es imperfecta.
A estas alturas ya os habréis dado cuenta de que todo lo que he dicho no tiene demasiado sentido. Ella se lo ha llevado todo. Y, aunque ha vuelto a llegar y a ilusionarme, esta vez no he sentido el zoo en el hígado.
Y vuelvo a escribirla. No sé lo que le quiero decir. Quiero que venga siempre, que me ilusione y que se vaya si quiere, pero que vuelva después. Porque creo que nunca podré decirle adiós. Porque sé que hay miles de cosas en este mundo que me recordarán que la conocí. Que me enamoré como una estúpida. Que la quise como nunca quise a nadie. Que me arriesgué más de lo debido. Y que me quedé con las ganas de poder besar sus labios.
Quiero que llegue, me ilusione y se vaya. Porque no quiero olvidarla. Porque no sé por donde se empieza pero sí sé como termina. Acaba siguiendo mi vida sin ella. Y no quiero.

Así que si alguna vez os cruzáis con ella, decidle que vuelva a ilusionarme. Que vuelva. Que no me deje sola. Que todo está muy oscuro sin ella. Que no ha dejado de ser mi estrella. Que me sigue guiando. Que la sigo viendo. Que sigue brillando.

Decidle que la quiero.

Elena B.

No hay comentarios: