viernes, 13 de abril de 2012

Nada temo perder...


Los muros que rodean las casas son altos y gruesos
para que nada pueda llegar al interior.
Los hombres se afanan en construirlos resistentes y fuertes.
Mas ninguno, por alto, grueso o fuerte,
resiste mucho tiempo a lo que hay fuera.
La lluvia, el viento o las conquistadoras raíces de los árboles
lo consumen y acaban por derribar.
Y el amo de la casa sufre por ello.

Mi hogar no tiene muros,
sus fronteras acaban donde no queda horizonte.

Todo tiene cabida en él,
y como nada queda fuera, tampoco nada supera sus lindes.
Sus límites son indestructibles,
más que cualquier muralla del mundo.

Nada temo perder,
no temo el azote de la lluvia, el viento o el paso del tiempo,
pues son tan buenos y naturales habitantes de mi casa
como lo soy yo.

Nada puede atacarme, nada puedo perder, nada puede herirme.

Ningún hogar es tan perfecto para mi corazón como lo es éste


Juan Fuertes Colom

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