A veces
te das cuenta de que algo que te hacía seguir adelante podía ser mentira.
Cuando realmente entiendes eso, que todo puede que haya sido una mentira, es
como si hubieses tragado una piedra, pero no recientemente, te la hubieras
tragado hace años.
Hay
cosas que nunca escucharemos de las personas que nos gustaría que nos dijeran
aquello que queremos oír, hay palabras que duelen más que un recuerdo y hay
recuerdos que significan más que una palabra. Y es así, con los años, donde ves
como otras puertas se abren, y el rencor se abre paso para ser mejor y burlar
al olvido. Ves que los problemas, el amor, la familia, la tristeza y la alegría
forman parte de nuestras vidas. Nos marcamos por etapas que tenemos que afrontar,
aunque nos duelan, aunque nos hagan sentir lo peor del mundo.
Dos
tipos muy curiosos de persona: La que parece la mala, pero luego no tanto. La
que parece la buena pero luego es una espectacular mierda.
Intentamos
simplemente huir cuando algo nos duele, nos afecta más de la cuenta. Escapar
tal vez de aquello que no queremos oír. Correr y llorar a los brazos que
sentimos que nos protege, que se camufla con todo ese dolor, que nos entiende,
o que tan solo está, ahí, en silencio, mirándonos para después decirnos que
todo estará bien, que la vida sigue aunque se nos parta el corazón y sintamos
que las lágrimas no van a dejar nunca de caer, y es así cuando te das cuenta de
la suerte que tienes de haber encontrado esos brazos, que si pueden no ser los
mejores, siempre estarán ahí.
Aurora Vázquez
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