Buenos
días cariño,
te
escribía porque me ha dicho el médico que me recuerdes dónde está la mermelada.
Que no me pase con el café, que los años, viejo bribón, también liman los
nervios. Se nos deben de estar acabando las pastillas para el colesterol porque
me ha dicho que lo revises. Que le digas al niño que el día cinco, que las
cuentas, que una vez a la semana los, que le mire el aceite al coche y se lo
lleve a la ciudad. ¿Hablaste con tu hermana? Lo mismo era importante. Habla con
tu hermana. Me ha dicho que cierres el gas, que pongas algo, una notita cada
vez que lo abras. Me ha dicho que el tocadiscos, que me digas lo de las plantas
de plástico y dejar empapadas las alfombras. Es solo eso. Me ha dicho que la
terapia es muy sencilla, y que la cura no es otra que me recuerdes, no las
cosas, si no a mí, y que me quieres desde aquel café cuando Julián nos presentó
y tú todavía le agarrabas la mano. ¿Te acuerdas? Me ha dicho que me lo digas
por las mañanas, que ahora será más fácil eso de volver a enamorarse. Me ha
dicho: “Mira, dile a tu mujer que no se olvide”. Y yo le dije que buena eras tú
para olvidarte de las cosas. Que todos los días tienes un aniversario que
celebrar. Pequeñas minucias. Tonterías. Pero tú las tienes todas ahí. Y se
reía. Y me dijo eso, que no me olvides, que me recuerdes, no las cosas, si no a
mí, y que me quieres desde aquel café cuando Paco ¿te acuerdas de Paco? Nos
presentó y tú todavía le agarrabas de la mano y le dabas besos. Me ha dicho que
me lo digas, que nos casamos el sesentaytantos y tenemos más años que el mundo.
Y nada, solo eso, te escribía por eso, porque me ha dicho que te diga que me
perdones si mañana paso a tu lado y finjo (porque lo finjo, siempre he querido
ser actor y tú ya sabes lo que me gustan esos juegos) no haberte visto nunca. Nada
más. Un beso enormísimo. Te quiero. Desde aquel café, ¿te acuerdas? Tú aún
sostenías una mano que no era la mía.
Diego
Álvarez
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