Era bien entrada la noche, no se oía ningún sonido
fuera de mi habitación ni siquiera el de tráfico siempre presente en
las ciudades. Algo me había despertado en medio de toda esa quietud. Todavía
eran las 3 de la mañana, decidí levantarme e ir al baño a echarme algo de agua
en la cara, estaba demasiado sobresaltado sin saber el porqué de todo.
Abrí la puerta y caminé por el pasillo,
extrañamente era mucho más largo de lo que era normalmente, ¿era todo obra de
mi somnolencia? Recorrí el pasillo para lo que a mí me dio la impresión de ser
más de media hora hasta dar con la puerta del baño (o lo que yo creía que era
la puerta del baño), de pronto noté un murmullo proveniente de detrás de
la puerta y como esta vibraba al compás del sonido. Mas con curiosidad que con
miedo pose la mano sobre el picaporte y lo hice girar. Di tres pasos y entré en
esa habitación, de pronto todo se volvió blanco, un blanco impoluto, parecía
hallarme en el infinito, pero de pronto pude discernir algo no muy lejos, unos
puntos negros trotaban hacia una dirección concreta. Corrí para cortarle el
paso a esos puntos, una vez estuve lo suficientemente cerca distinguí su
aspecto, parecían pequeños diablillos, solo que parecían como si hubiesen sido
dibujados a lápiz en este eterno fondo blanco, seguían correteando y parecía
que todos ellos susurraban algo, como si fueran viento o marea. No me habían
visto (o me habían ignorado) y corretearon hasta llegar a una especie de plaza
en medio de la nada, en ella no había más que centenares de aquellas cosas,
susurrando, brincando, moviéndose como si fuera un remolino viviente. Quería
acercarme, contemplar ese macabro espectáculo desde más de cerca, que grave
error fue…
De pronto el remolino cesó, los susurros se acallaron,
y todo aquel centenar de diablillos se giraron y me empezaron a mirar con unos
ojos huecos y completamente blancos, pareció pasar una eternidad, me había
quedado sin respiración, se acercaron a mí hasta estar a escasos 10 metros de
mí, se empezaron a arremolinar, se juntaron y se centraron todos en un punto
enfrente de mí, mientras avanzaban mucho más lentamente que antes. De pronto,
aquella marea se transformaba en otra cosa, en una unidad, mucho más grande.
Era antropomorfa, con la cara blanca con unos ojos vacíos y una expresión de
sorpresa o de miedo (recordaba vagamente al cuadro del grito), tenía unas
extremidades desproporcionalmente largas junto a su cabeza que era
grotescamente ovalada pero de trazos sencillos, ya que también parecía haber
sido dibujado a lápiz, se sentó en una postura que le hacía recordar al de una
araña y me empezó a contemplar con supuesta curiosidad.
Estaba aterrorizado, a pesar de que la criatura tan
solo me miraba mientras bamboleaba suavemente su enorme cabeza, saqué valor y
le decidí hablarle.
-¿Quién eres?
La criatura empezó a vibrar estirando su cabeza y
profirió un grito desgarrador que retumbaba en aquel espacio, de pronto abrió
grotescamente su boca provista de millares de dientes y se abalanzó contra mí.
Me desperté, seguía en mi cama, en la penumbra jadeaba
por el sobresalto de aquella pesadilla, sin embargo respire profundamente y me
repetía para mi adentros… solo una pesadilla…
Pero de pronto noté que algo no estaba en su sitio,
encendí la luz y me acerque a mi escritorio, estaba lleno de papeles
escarabajeados con carboncillo sin embargo en esas trazas agresivas e
irregulares se discernía una frase, ``Gracias por abrirme la puerta´´, y por el
rabillo del ojo distinguí en el espejo de mi cuarto el reflejo de aquella
monstruosidad que me había devorado en mi sueño, pasó fugazmente hasta
desaparecer….
A veces pienso que liberé algo demasiado oscuro para un hombre…
Miguel Guimarey Lesmes
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