¡Oh tú, incesante ruidosa,
que te alimentas de un líquido azul, blanco o rosa!
¡Oh tú, eterna amiga de hombres y mujeres,
¡Oh tú, que vives en todas las casas,
y que ayudas a la juventud en masas!
¡Oh tú, que del jabón nos libraste,
a tantas madres del sufrimiento liberaste!
¡Oh tú espléndida maga,
que hechizos haces sin necesitar paga!
¡Oh tú, que en tu interior,
ninguna tela lavas mejor,
pues toda tela sabes lavar,
y muchas manchas sabes quitar!
Y es que eres tú, mi señora,
mi humilde LAVADORA.
Olaya
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