domingo, 13 de marzo de 2011

La última flor amarilla...

Cuántos años habrán pasado ya
por los ojos y las arrugas del anciano universo.
Cuántos inviernos habrán helado
ya sus lágrimas.
Cuántas jornadas habrá el sol calentado
y vuelto dorados sus campos.
Cuántas noches habrán mostrado orgullosas
sus estrellas por encima de las sombras más absolutas.


Camino despacio una breve hora
antes de que mis pies, mis manos, mis ojos
se pierdan en algún lugar de este ocaso.


Moldeo con mis manos la arena mojada
la figura de un hombre cual la mía.
Y cuando arrecia el viento me deshago con ella.


Arranco la frágil margarita de entre las hierbas.
Me detengo unos minutos contemplando su frágil belleza,
y me marchito con ella en dulce compañía.


¿Qué flor, de entre todas las que adornan
los campos y las colinas sobrevivirá a la eternidad?
¿Existe alguna flor eterna? ¿Qué sea bella?


Hasta las más firmes de ellas se pierden
antes de la siguiente primavera.
Ni siquiera las más bellas ven el pasar de las estaciones.
(Las más bellas llegan a ser incluso las que, trágicamente,
antes dejan caer sus pétalos.)


Las cumbres se resquebrajan con los milenios.
Su fortaleza se vuelve frágil cual cristal frente al tiempo.
Los mares se vacían, y se vuelven a llenar con gotas jóvenes.


Los campos pierden sus cabellos,
y dejan crecer nuevas hierbas en el futuro.
Todas las maravillas que en ellos hay nacen y perecen.


¿Qué puede quedar, qué existe
capaz de derrotar al tiempo?
Todo lo que acaricia la piel y observa los ojos se irá.
Se irá.


Se irá, y dejará lugar a otra maravilla.
Y será hermoso.


Las estrellas.
Resisten las tinieblas desde antes
que el mundo llorase por primera vez.
¿Abrazarán ellas la eternidad?
Hasta las más intensas titilantes
Se apagarán, y sumirán la noche en tinieblas.
¿Y qué será de las tinieblas?
Nuevas estrellas nacerán en su seno.
Y será hermoso observarlas antes de dejar paso
a otras que harán lo mismo.


¿Morirán las ideas más grandes,
cuando no haya ya alma para imaginarlas?
No. Quedarán sentadas en silencio en el silencio.
Aguardando volver a ser cantadas.
Y será hermoso ver a las nuevas almas
devolver las ideas a las gargantas.


TODA LA INCONSUMIBLE BELLEZA
ES Y SERÁ POR SIEMPRE ETERNA


Porque todo será, por siempre,
La conmovedora marcha interminable
de las pardas hojas secas
hacia el horizonte
en la tarde naranja de otoño.


Juan Fuertes Colom

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