jueves, 28 de marzo de 2013

Tú y yo...


Tú y yo, solos, sin necesidad de más, tan cerca como siempre quisimos estarlo, con nuestras manos rozándose mientras soñamos…
Sueño con ese momento en el que muerto de vergüenza me preguntaste si podíamos quedar; yo te dije que sí, que te vería el sábado por ahí; tú más sonrojado me dijiste con un susurro que querías hablar conmigo y que no querías que nadie más estuviera presente; mi cara de sorpresa mientras mis labios te decían que sí; aquella noche de insomnio rezando porque me dijeras esas palabras que siempre habían estado en mi imaginación y que albergaba la esperanza de que algún día salieran de tu boca; el momento en el que nos vimos y ninguno supo como reaccionar, si mantener la distancia unos momentos más o dejarnos llevar ya por la locura; tu voz entrecortada; los latidos descontrolados de mi corazón; nuestras sonrisas tontas; el paseo por la ciudad para dejar el tiempo correr; mis miradas incesantes al reloj en las que deseaba que jamás se moviera la aguja; el momento en el que nos peleamos por ver quien pagaba el helado; cuando nos sentamos en el banco a comerlo y por hacer el tonto tú me lo intentaste dar y se te calló; mi enfado por haberme manchado aquella camiseta que tanto me gustaba y cómo al oír tu risa inocente los gritos pasaron a convertirse en carcajadas; tú beso de disculpa en mi mejilla en una zona próxima a los labios, apenas rozándolos;  el suspiro que se escapó de mí en el momento que vi que aquello no sería más; la hora de la despedida; el tierno abrazo que nos dimos; el cruzar la acera mientras te dejaba atrás; “te quiero” gritaste en cuanto me hube adentrado en la carretera; frené en seco para mirar atrás; no sabía que decir ante aquello, toda la tarde esperándolo y cuando lo oía no se me ocurría de qué forma reaccionar; “te quiero” chillé mirándote; después un golpe; luces parpadeantes, ruido de sirenas, tu voz suplicante gritándome que me despertara; ruido de voces, una camilla arrastrándose, olor a hospital; una mano que aprieta la mía de forma constante; gotas que caen sobre ellas…
Yo sueño contigo, tú con volver a verme despierta otra vez.
Lidia

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