lunes, 6 de diciembre de 2010

Todos mis largos e intensos deseos...



Deseo algo de luz interior

para mi cuerpo de sombra relleno.
Deseo ungüentos y alcohol para los golpes de la vida.
No sólo los de mi carne, tan insignificantes,
(a veces hasta las caricias me hacen daño)
sino los del alma,
para los golpes de suerte y desgracia.
Soy igual de sensible a ambos.
(Desnudo ando por el jardín de la vida,
pisando sus rosas y espinas.)
Deseo tenerme a mí mismo en un vaso.
Desconfío de mi propio sabor.
Deseo amor absoluto en otro vaso.
Sólo así llegará a mis labios.
Deseo para mis sentidos un hecho
tan corriente y vulgar
que pueda entenderlo.
(La obra más mundana y pequeña del universo
es para mí un prodigio incomprensible.)
Deseo un bolígrafo.
Para escribir con él trazos y palabras
que representen todo.
Que expliquen todo.
Deseo una boca capaz de sacar de sí
las palabras que conmuevan al mundo.
Deseo un alma que alcance a entender
su propio y mágico misterio.
Deseo en mi cabeza juiciosa
imaginación suficiente para emborracharla.
Y desnudarla.
(La razón es el prescindible disfraz de mi locura.)
Deseo un pequeño trozo
de todo lo grande, eterno e insondable.
(¡A mí todo lo grande, eterno e insondable!
¡Quiero amarlo, abrazarlo y besarlo!
¡Hacerlo tan parte de mí como mi misma alma!)
Deseo grandes cantidades de las cosas pequeñas,
(¡A mí también las cosas pequeñas,
tan dulces y con la belleza de las grandes!)
En mi corazón la magia no entiende de tamaños.
Deseo todos los labios que en su día anhelé besar
(guardo muchos besos caducados al final de mi garganta)
Deseo también todas las sonrisas.
Me han dicho más de sus dueños que
mares de sus palabras.
(Rara vez soy dueño de mi sonrisa, demasiado valiente para mí.
Tampoco soy el dueño de mí mismo.)
Deseo volver a escuchar en mis oídos
las palabras de los niños.
(Dejan en ridículo a las de los sabios.)
No deseo copas brillantes ni trofeos
que esperen ser levantados por mí,
demasiado altos y fulgurantes en mis manos.
Levantar mis brazos hacia el viento y el amanecer,
y contra la tormenta que agita mis desgracias
es para mí más noble.
(Acepto deportivamente
tanto las victorias como las derrotas.)
Deseo un alfiler tan fino
que pueda coser la suerte a mi piel
sin que ninguna de las dos se dé cuenta,
Mi mal aliento le empuja a no acercárseme.
(Son los besos caducados en la garganta
los que le dan a mi aliento ese hedor.)
Deseo la vida.
En toda su gloria y esplendor.
(Aunque también la deseo
miserable y mundana a veces,
la gloria es un manjar indigno de disfrutar todo los días.)
Deseo la muerte.
(Por si en vida dejo de desear todo lo mencionado.)
Me deseo encontrar tras haber estado
buscándome toda la vida.
(Deseo que esa búsqueda haya sido larga y complicada.)
Deseo la palabra*.
Deseo que me acompañe en mi búsqueda.
Ya sea esa búsqueda fructuosa
O un fracaso.
En ambos casos me sirve.


*(Tal es el poder de la palabra,
que a veces creo imaginar
todo lo imaginable
en una sola.)

Juan Fuertes C.

sábado, 4 de diciembre de 2010

16 años

¿Sabes cómo es la sensación de saltar sin cuerda?¿Cómo es atravesar un cañón con los ojos cerrados?¿Cuál es la sensación?...
Esa, es la sensación límite, la extrema, la de no poder más. Es el estar complaciendo continuamente a alguien sin llegar a satisfacerle nunca sus expectativas. Es dar, dar, dar y dar, para no recibir, perder la vida en un intento fallido, intentando cumplir unos objetivos de un manual escrito en otro idioma.
¿La gente no entiende que es MI VIDA, y que YO tengo que ser el que fracase y el que triunfe?¿Es mucho pedir coger el timón del barco?
Todos somos portadores de esta sensación límite en algún segundo, minuto o momento de nuestras vidas, pero nos olvidamos de ello, porque tras él, siempre viene un subidón de adrenalina que nos hace únicamente recordar los últimos 30 segundos.
Dejarme mi camino a mí, dejarme mis sensaciones, si queréis abandonarme, y sino , ayudarme en el camino.
Hoy se ha roto la cadena, y es muy difícil que recupere el sentido común, así que dejarme leer una naranja, comprar un  paraguas de estrellas para viajar al planeta de las mariposas y descubrir duendes de tinta y monos submarinos.
Dejarme delirar...Soñar que voy a poder vivir para siempre, que mi nombre acabará en miles de libros o que, simplemente, consiga hacer reír a 4 mil millones de niños.
¿Me ves cara de pensar en las salidas? Pues dame la llave del candado y déjame VIVIR INTENSAMENTE. Quiero volar, quiero soñar, quiero creer que puedo ser artista.

Miguel Bayod