Y,
entonces, escapa temblorosa hacia el corazón del bosque mirando hacia atrás por
si alguna sombra la persigue y llega a rodearla. Sus ojos, todavía perezosos,
buscan una salida entre aquel laberinto de ramas caídas por la fuerte tormenta.
Se oyen pasos a su alrededor. Aún más asustada por el gruñido de rayos y
truenos, intenta seguir un camino abandonado para poder despistarlos. Es justo
ahí, en ese mismo momento, donde sus cabellos de ceniza se enredan en uno de
los pocos árboles que quedan todavía con vida. Sin pensarlo dos veces, sigue
corriendo hasta que nota un insoportable dolor en la sien, y siente cómo su
sangre se va deslizando rápidamente por su
cuello. No puede pararse ahora, no puede echar a perder todo lo que ha
hecho por salvarse, no puede descansar hasta que no despierte de esta
pesadilla, sin duda la peor venganza de
Morfeo, de la que recuerda el milagro de sobrevivir de las garras de un sinfín
eterno.
Se levanta. Sus ojos temblorosos recuerdan con
angustia la huida hacia el bosque. Rápidamente se toca la sien, ahora sudorosa,
para comprobar que no hay ningún rastro de sangre. ¿Y si aún está soñando? ¿Y
si se ha quedado encerrada en una eterna pesadilla?
Últimamente
su vida es una enorme pesadilla, vivir escondida y tener una máscara de la que
es imposible poder librarse:
Tengo dos caras, una que
muestro al mundo y otra que sólo veo reflejada en el espejo. Siempre moldeándome
a cada persona que me encuentra, que se cruza en mi vida. Eso sí que es
triste.
Lo
único que desea es que cada noche Morfeo se apodere de ella y que la haga
viajar fuera de su nerviosa cabeza. Pero, ahora, ya ni eso. Morfeo cada vez la
trata peor, la castiga más por su infidelidad. Haber huido de ti misma no es bueno, nada bueno. Mi castigo es el más cruel de los castigos: la soledad. Pero
no la soledad de estar sola, sino la
soledad de querer estarlo, de apartarme del resto de la humanidad, de no parar
de buscar hasta que me encuentre.
Se acuesta,
ya más relajada y con las respiraciones aún entrecortadas cierra los ojos para
volver a dejarse atrapar por Morfeo, aunque sea entre terribles pesadillas.
Sara Canteli