A veces
te das cuenta de que algo que te hacía seguir adelante podía ser mentira.
Cuando realmente entiendes eso, que todo puede que haya sido una mentira, es
como si hubieses tragado una piedra, pero no recientemente, te la hubieras
tragado hace años.

Dos
tipos muy curiosos de persona: La que parece la mala, pero luego no tanto. La
que parece la buena pero luego es una espectacular mierda.
Intentamos
simplemente huir cuando algo nos duele, nos afecta más de la cuenta. Escapar
tal vez de aquello que no queremos oír. Correr y llorar a los brazos que
sentimos que nos protege, que se camufla con todo ese dolor, que nos entiende,
o que tan solo está, ahí, en silencio, mirándonos para después decirnos que
todo estará bien, que la vida sigue aunque se nos parta el corazón y sintamos
que las lágrimas no van a dejar nunca de caer, y es así cuando te das cuenta de
la suerte que tienes de haber encontrado esos brazos, que si pueden no ser los
mejores, siempre estarán ahí.
Aurora Vázquez
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