Lo siento, pero no soy perfecta. Lo siento, pero tampoco intento
serlo. No puedo ser la heroína del mundo, al igual que tampoco pretendo ser la
villana de la historia. Lo siento si en ocasiones he roto esperanzas, sueños y
promesas, pero en este deplorable y extenso mundo existen las equivocaciones al
igual que las victorias y éxitos. Lo siento si en ocasiones muestro mi lado
oscuro y maligno, mi yo más oscuro y miserable, si en ocasiones me vuelvo loca,
histeria, extasiada de ira, cólera y olvido, pero todos nos arrepentimos ¿no?
Lamento no poder ser la imagen y el canon perfecto que el mundo espera, tampoco
lo intento ser, la verdad. Y tampoco quiero serlo.

Lo siento, pero yo no quiero formar parte de esto. Lo siento, pero yo
aún disfruto de la libertad de opinar, soñar, reír y enamorarme, no de la
perfección, sino de los intentos. De poder ser yo, en un mundo que se empeña
día a día por convertirte en otra persona. De escoger mi propio camino, y de no
ser la canica con la que alguien juega. De ser la risa que se eleve en el aire
guiando a los perdidos, revolucionarios y diferentes.
No quiero ser como ellos, en lo que nos pretenden convertir, todos
iguales, hechos con las mismas medidas e instrucciones, falsos intentos de
éxito perfeccionista. Falsas máquinas con mecanismos confusos e incoherentes.
Falsos dioses que se creen especies superiores, tan solo por razonar y pensar,
o en su caso, obedecer a un sistema opresivo.
Lo siento, pero si esa es vuestra definición y visión de lo que es
perfecto o perfecta, entonces, lamento informaros de que no lo soy, de que no
lo entiendo, y de que, sinceramente, tampoco lo pretendo.
Yo soy así, y lamento decepcionaros: No voy a cambiar.
Patricia F.
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